En uno de los más grandes westerns de la historia del cine se ve como un sheriff solo se va a enfrentar contra cuatro forajidos.
El sheriff ha pedido ayuda a sus convecinos. Pero éstos, unos por cobardía, otros por egoísmo, otro por no decantarse o por no implicarse o por plegarse a los poderosos, agachan la cabeza, vuelven la espalda y dejan solo al sheriff. Éste, recién casado, se plantea el dilema e incluso la posibilidad de abandonar, pero finalmente opta por la dignidad de plantar cara a la injusticia y enfrentarse al peligro solo.
Esta historia que narra “Solo ante el peligro” me vino a la mente el día dos de septiembre viendo la actuación de un diputado en el congreso.
Ese día se votaba la reforma de constitución que han impuesto a España esos entes que han llevado a los países a la ruina con sus manejos, su manipulación y avaricia sin limites, llamados mercados; y esa graciosa dama que solo piensa en el interés alemán llamada Ángela Merkel, acompañada de su enanito bufón de nombre Nicolás Sarkozy; y esos banqueros de rapiña y sus socios los empresarios sin escrúpulos que quieren arrasar toda la legislación laboral; y esos gurús del liberalismo que quieren acabar con el estado y cualquier atisbo de políticas sociales. Como en la película los forajidos eran peligrosos y mucho mas numerosos.
Y si en la película los ciudadanos del pueblo no querían afrontar su responsabilidad, aquí fueron los diputados los que dieron una apabullante exhibición de cobardía.
Los del PP porque veían como con esta reforma se empieza a dinamitar el estado del bienestar del que abominan. Todo privado y al mercado, incluida educación y sanidad.
Los del PSOE en la esquizofrenia, votando algo sobre lo que muchos de ellos están en contra. Pero sin ser capaces de oponerse a sus jefes, a esos jefes que han logrado hundir un partido más que centenario para dejar ancha vía a que la derecha más rancia vuelva a campar por sus respetos.
Los nacionalistas con la visión miope de su masía, su caserío y su terruño intentando pescar en el río revuelto y llevarse alguna cosilla al pueblo. Ya se sabe, lo importante es “lo mío”.
Era un esperpento ver a los jefes de los partidos mayoritarios haciendo ofertas a los nacionalistas, aunque fuera por la abstención. Parecían charlatanes de feria.
En todo este despropósito había un diputado que sin ser jefe de nada, ni tener un gran grupo, ni ser el sheriff, estaba dispuesto a defender la dignidad de la cámara, de la constitución, de sus votantes y del pueblo español del que emana el poder según la constitución que querían modificar los mercaderes, pero al que en esta ocasión no se quería oír.
El diputado solitario cogió la estrella de sheriff y se dispuso a luchar solo ante el peligro. ¡Y vaya si lo hizo!.
Impidió que el chalaneo de feria se llevara a cabo, al oponerse en solitario a las enmiendas transaccionales. Batalló desde la tribuna con los argumentos de la justicia y la defensa de los mas débiles y soportó impertérrito la bronca de trescientos dieciocho diputados temerosos de no repetir escaño, pero incapaces de recoger treinta y cinco firmas para pedir un referéndum.
En el western el hombre que se enfrento a los forajidos tenia el rostro de Gary Cooper, en el congreso tenía el de Gaspar Llamazares diputado de Izquierda Unida por Madrid.
Nunca tantos debimos tanto a una sola persona.
Rojo sin más 